![[papa%2520francesco%255B7%255D.jpg]](http://lh4.ggpht.com/-tr0m-PHdts0/UUNojcdPqaI/AAAAAAAAaWo/oZglgDoA2pU/s1600/papa%252520francesco%25255B7%25255D.jpg)
En su primera homilía como Papa y hablando en italiano, sin
leer ningún texto, Francisco ha observado que las tres lecturas tienen algo en
común: «el movimiento. En la primera de ellas, el movimiento es camino; en la
segunda el movimiento está en la construcción de la Iglesia ; en el Evangelio,
el movimiento está en la confesión. Caminar, construir,
confesar».
El Pontífice ha recordado que lo primero que Dios dijo a
Abraham fue : «Camina en mi presencia y se perfecto.. Nuestra vida es un
camino. Cuando nos detenemos, hay algo que no funciona.
Caminar, siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor, intentando vivir
con la perfección que Dios pide a Abraham».
«Construir - ha dicho- Edificar la Iglesia; se habla de
piedras: las piedras son consistentes; pero son piedras vivas, piedras ungidas
por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la Esposa de Cristo, sobre
la piedra angular que es el Señor mismo».
«Confesar.... Podemos caminar cuanto queramos, podemos
construir tantas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, no vale. Nos
convertiríamos en una ONG filantrópica, pero no seríamos la Iglesia,
esposa del Señor. Cuando no andamos, nos detenemos... retrocedemos. Cuando no se
construye sobre las piedras ¿qué pasa? Nos pasa lo mismo que a los niños cuando
hacen castillos de arena en la playa: terminan cayéndose porque no tienen
consistencia». Y, citando a Leon Bloy, el Santo Padre ha afirmado: «El
que no reza al Señor, reza al diablo» porque «cuando no se confiesa a
Jesucristo se confiesa la mundanidad del demonio».
«Caminar, edificar, construir, confesar. Pero no es tan fácil,
porque cuando se camina, se construye, se confiesa, a veces hay sacudidas, hay
tirones, que no son movimientos propios del camino porque nos hacen retroceder».
En el Evangelio, ha proseguido el Papa, «incluso Pedro que ha
confesado a Jesucristo, le dice: «Tu eres Cristo, el hijo de Dios vivo. Yo te
sigo, pero no hablemos de la Cruz. Es algo que no tiene nada que ver... Te sigo,
sin la Cruz». Pero «cuando caminamos sin la Cruz, cuando construimos sin
la Cruz y cuando confesamos a un Cristo sin la Cruz... no somos discípulos del
Señor: somos mundanos; somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas,
pero no discípulos del Señor».
«Y yo quisiera que todos, después de estos días de gracia,
tengamos el valor; sí, el valor, de caminar en presencia del Señor, con
la Cruz del Señor, de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor que se
derramó en la Cruz; y de confesar la única gloria: a Cristo
crucificado. Y así, la Iglesia irá hacia delante. Deseo para todos
nosotros que el Espíritu Santo y la oración de la Virgen, nuestra Madre, nos
conceda esta gracia: caminar, edificar, confesar a Jesucristo».
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