Alimento para el alma

sábado, 12 de noviembre de 2011

SABIDURIA; Amistad

¿La gente se te hace pesada? No te la cargues en tu espalda, llévatela a tu corazón.
– Hélder Cámara

De dondequiera que seas en este mundo, tus amigos son tu mundo. – William James

Tus amigos son la forma que tiene Dios de disculparse por tus familiares. – Wayne Dyer

El dinero no nos proporciona amigos, sino enemigos de mejor calidad. – Noel Coward

Tu amigo tiene un amigo; y el amigo de tu amigo tiene otro amigo; por consiguiente sé discreto. – Talmud.

Tómate tiempo en escoger un amigo, pero sé más lento aún en cambiarlo. – Benjamin Franklin

Si hay algo que he aprendido, es que la piedad es más inteligente que el odio, que la misericordia es preferible aún a la justicia misma, que si uno va por el mundo con mirada amistosa, uno hace buenos amigos. – Philip Gibbs

Deben buscarse los amigos como los buenos libros. No está la felicidad en que sean muchos ni
muy curiosos; sino pocos, buenos y bien conocidos. – Mateo Alemán

Los amigos son esa parte de la raza humana con la que uno puede ser humano. – Jorge Santayana

Quien no buscó amigos en la alegría, en la desgracia no los pida. – Refrán

Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere. – Elbert Hubbard

Un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo será siempre un hermano. – Demetrio de Falero

El que busca un amigo sin defectos se queda sin amigos. – Proverbio turco

La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido. – Rabindranath Tagore

La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad. – Sir Francis Bacon

Cristo es el Amigo que nunca falla, busca siempre su amistad que es completa.

SABIDURIA; Verdad

La verdad existe. Sólo se inventa la mentira. – Georges Braque

No se accede a la verdad sino a través del amor. – San Agustín

La manera como se presentan las cosas no es la manera como son; y si las cosas fueran como se presentan la ciencia entera sobraría. – Karl Marx

Es tan difícil decir la verdad como ocultarla. – Baltasar Gracián

Es evidente que existe la verdad. Porque el que niega que existe la verdad, conoce que la verdad existe. Si, fuera cierto que no existe la verdad, habría por lo menos una verdad: que la verdad no existe. – Santo Tomás de Aquino

La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. – Marco Tulio Cicerón

Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad. – Jean Paul Sartre

La verdad es hija del tiempo, no de la autoridad. – Sir Francis Bacon

Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga. – Denis Diderot

Si dices la verdad, no tendrás que acordarte de nada. – Mark Twain

La verdad no es un objeto, razón ni un constructo mental; la verdad es una persona y se llama Jesucristo; no se encuentra... El nos encuentra y nos ilumina como el sol de mediodía.

jueves, 10 de noviembre de 2011

SABIDURIA; Aminales

Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales. – Mahatma Gandhi

Todos los hombres son dioses para su perro. Por eso hay gente que ama más a sus perros que a los hombres. – Aldous Huxley

El gato no nos acaricia, se acaricia contra nosotros. – Conde de Rivarol

Dos perros pueden matar a un león. – Proverbio hebreo

No importa lo elocuente que ladre un perro; nunca podrá decirte que sus padres fueron pobres pero honestos. – Bertrand Russell

ALGUN DIA SE LO DIRE A MIS HIJOS

Cuando ellos te dicen ¡Tú no me quieres!

¿Cuántas veces nos habrán espetado este reproche nuestros hijos
?
¿Y cuántos como padres o madres, nos habremos aguantado las ganas de decirles lo mucho que los amamos??

Algún día, cuando estén en edad de comprender
los móviles de la conducta de un padre, les diré a mis hijos:

Te amaba lo suficiente
para fastidiarte preguntando, cada vez que salías, adónde ibas, quién te acompañaba y a qué hora volverías a casa
.

Te amaba lo suficiente
para callarme mi opinión y dejarte descubrir por ti mismo que aquel amigo que habías escogido tan cuidadosamente era un cualquiera.

Te amaba lo suficiente para estarme dos horas viendo cómo ponías en orden tu habitación, tarea que yo habría hecho en 15 minutos.

Te amaba lo suficiente para no buscar disculpas a tus impertinencias y a tus malos modales.

Te amaba lo suficiente para no tener en cuenta lo que otros padres decían o hacían.

Te amaba lo suficiente
para adivinar tus mentiras... y perdonártelas luego de confirmarlas.

Te amaba lo suficiente para dejarte tropezar, caer y fracasar para que aprendieras a valerte por ti mismo.

Te amaba lo suficiente para aceptarte tal como eres, sin pensar en lo que yo quería de ti.

Y sobre todo te amaba lo suficiente para negarte
algo, a sabiendas que me detestarías. ESO ERA LO MÁS DIFICIL DE TODO.

Algún día comprenderás hijito mío, que todo lo hice por amor y que hasta la última palabra de mi boca buscaba tu bienestar...
Romanos. 8,28
El que quiera entender que entienda.

PAPA OLVIDA


Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida.
He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama.
Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo.
Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo.
Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado.
Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con la mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: “¡Adiós, papito!” y yo fruncí el entrecejo y te respondí: “¡Ten erguidos los hombros!”
Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí.
Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso.
¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta.
“¿Qué quieres ahora?”, te dije bruscamente.
Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agostar.
Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera.
Bien, hijo: poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre?
La costumbre de encontrar defectos, de reprender; ésta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros.
Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas.
Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza.
Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto.
Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: “No es más que un niño, un niño pequeñito”.
Temo haberte imaginado hombre.
Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro.
He pedido demasiado, demasiado…

W. Livingston Larned

fuerte y profundo sentiemiento de amor por un hijo, nada en el mundo se le compara, si eres padre o madre no seas severo con tus hijos, exige pero también ama; corrige pero también comprende. No olvides que tú fuiste un niño y necesitaste de tu Papá! viviste desprecios o dureza... pero no por eso debe pagar tu hijo la culpa. 

miércoles, 9 de noviembre de 2011

EL GRILLETE DEL ELEFANTE

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de raíz con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir. ¿Qué lo mantiene? ¿Por qué no huye? Cuando era chico, pregunte a los grandes. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces, la pregunta obvia… - Si está amaestrado, ¿porqué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta.
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño. En aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse.
Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo.
La estaca, era ciertamente, muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a intentar, y también el otro, y el que seguía...  
hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque CREE QUE NO PUEDE. El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor, es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente si podía. Jamás.... jamás intentó poner a prueba su fuerza otra vez.   
Y tu, tienes algo de elefante? Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos" simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestro recuerdo: No puedo... No puedo y nunca podré. Muchos de nosotros crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar. La única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento TODO TU CORAZÓN
  
Autor Anónimo...

mil bendiciones de Dios para tí, ánimo que no somos elefantes a merceded de nuestros propios prejuicios y limitaciones, somos hijos de Dios y si tu tienes límites, confía en el que no tiene límites: Jesús de Nazaret!!

EL BURRO Y EL POZO


Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal lloró fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de buscar algo que hacer.

Finalmente, el campesino decidió que el burro ya estaba viejo y el pozo ya estaba seco y necesitaba ser tapado de todas formas; que realmente no valía la pena sacar al burro del pozo.

Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarle. Cada uno agarró una pala y empezaron a tirarle tierra al pozo.

El burro se dio cuenta de lo que estaba pasando y lloró horriblemente. Luego, para sorpresa de todos, se aquietó después de unas cuantas paladas de tierra.

El campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio... con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble: Se sacudía la tierra y daba un paso encima de la tierra.

Muy pronto todo el mundo vio sorprendido cómo el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando...

La vida va a tirarte tierra, todo tipo de tierra... el truco para salir del pozo es sacudírsela y usarla para dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Podemos salir de los más profundos huecos si no nos damos por vencidos...

¡¡¡Usa la tierra que te echan para salir adelante!!!

Con la vida viene lo bello de vivir, pero también lo dificil de convivir con otros; la sabiduría enseña a luchar por vivir y vivir bien; mi sonrisa no significa ausencia de problemas o dolor.... puede que solo signifique que vivo a pesar de ellos!!