Alimento para el alma

sábado, 10 de diciembre de 2011

SABIDURIA; Belleza

El encanto de la belleza estriba en su misterio; si deshacemos la trama sutil que enlaza sus elementos, se evapora toda la esencia. – Johann Christoph Friedrich von Schiller

Quitad de los corazones el amor por lo bello, y habréis quitado todo el encanto a la vida. – Jean Jacques Rousseau

No está mal ser bella; lo que está mal es la obligación de serlo. – Susan Sontag

Siempre he creído que lo bueno no era sino lo bello puesto en acción. – Jean Jacques Rousseau

Es terriblemente triste eso de que el talento dure más que la belleza. – Oscar Wilde

La belleza exterior no es más que el encanto de un instante. La apariencia del cuerpo no siempre es el reflejo del alma. – George Sand

Mira dos veces para ver lo justo. No mires más que una vez para ver lo bello. – Henry F. Amiel

La belleza que atrae rara vez coincide con la belleza que enamora. – José Ortega y Gasset

Aunque viajemos por todo el mundo para encontrar la belleza, debemos llevarla con nosotros para poder encontrarla. – Ralph Waldo Emerson

Por muy poderosa que se vea el arma de la belleza, desgraciada la mujer que sólo a este recurso debe el triunfo alcanzado sobre un hombre. – Severo Catalina

La más grande belleza está en hacer la voluntad de Dios, es la que nace del alma y no se corrompe ni se oxida.

SABIDURIA; Ciencia

La ciencia que se aparte de la justicia más que ciencia debe llamarse astucia. – Marco Tulio Cicerón

La ciencia humana consiste más en destruir errores que en descubrir verdades. – Sócrates

La ciencia no me interesa. Ignora el sueño, el azar, la risa, el sentimiento y la contradicción, cosas que me son preciosas. – Luis Buñuel

La ciencia no sirve sino para darnos una idea de cuan vasta es nuestra ignorancia. – Félecité de Lamennais

La ciencia, a pesar de sus progresos increíbles, no puede ni podrá nunca explicarlo todo. Cada vez ganará nuevas zonas a lo que hoy parece inexplicable. Pero las rayas fronterizas del saber, por muy lejos que se eleven, tendrán siempre delante un infinito mundo de misterio. – Gregorio Marañón

En el punto donde se detiene la ciencia, empieza la imaginación. – Jules de Gaultier

Cualquier tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. – Arthur C. Clarke

Un poco de ciencia aleja de Dios, pero mucha ciencia devuelve a Él. – Louis Pasteur

Investigación es lo que hago cuando no sé lo que estoy haciendo. – Wernher von Braun

Lo difícil se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida. – Bertolt Brecht

La ciencia sin Dios es vana, de nada sirve un cumulo de conocimientos sin justicia, sin verdad, sin vida; solo para inflar el ego y ser luego quebrantados.

sábado, 12 de noviembre de 2011

SABIDURIA; Amistad

¿La gente se te hace pesada? No te la cargues en tu espalda, llévatela a tu corazón.
– Hélder Cámara

De dondequiera que seas en este mundo, tus amigos son tu mundo. – William James

Tus amigos son la forma que tiene Dios de disculparse por tus familiares. – Wayne Dyer

El dinero no nos proporciona amigos, sino enemigos de mejor calidad. – Noel Coward

Tu amigo tiene un amigo; y el amigo de tu amigo tiene otro amigo; por consiguiente sé discreto. – Talmud.

Tómate tiempo en escoger un amigo, pero sé más lento aún en cambiarlo. – Benjamin Franklin

Si hay algo que he aprendido, es que la piedad es más inteligente que el odio, que la misericordia es preferible aún a la justicia misma, que si uno va por el mundo con mirada amistosa, uno hace buenos amigos. – Philip Gibbs

Deben buscarse los amigos como los buenos libros. No está la felicidad en que sean muchos ni
muy curiosos; sino pocos, buenos y bien conocidos. – Mateo Alemán

Los amigos son esa parte de la raza humana con la que uno puede ser humano. – Jorge Santayana

Quien no buscó amigos en la alegría, en la desgracia no los pida. – Refrán

Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere. – Elbert Hubbard

Un hermano puede no ser un amigo, pero un amigo será siempre un hermano. – Demetrio de Falero

El que busca un amigo sin defectos se queda sin amigos. – Proverbio turco

La verdadera amistad es como la fosforescencia, resplandece mejor cuando todo se ha oscurecido. – Rabindranath Tagore

La amistad duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad. – Sir Francis Bacon

Cristo es el Amigo que nunca falla, busca siempre su amistad que es completa.

SABIDURIA; Verdad

La verdad existe. Sólo se inventa la mentira. – Georges Braque

No se accede a la verdad sino a través del amor. – San Agustín

La manera como se presentan las cosas no es la manera como son; y si las cosas fueran como se presentan la ciencia entera sobraría. – Karl Marx

Es tan difícil decir la verdad como ocultarla. – Baltasar Gracián

Es evidente que existe la verdad. Porque el que niega que existe la verdad, conoce que la verdad existe. Si, fuera cierto que no existe la verdad, habría por lo menos una verdad: que la verdad no existe. – Santo Tomás de Aquino

La verdad se corrompe tanto con la mentira como con el silencio. – Marco Tulio Cicerón

Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad. – Jean Paul Sartre

La verdad es hija del tiempo, no de la autoridad. – Sir Francis Bacon

Engullimos de un sorbo la mentira que nos adula y bebemos gota a gota la verdad que nos amarga. – Denis Diderot

Si dices la verdad, no tendrás que acordarte de nada. – Mark Twain

La verdad no es un objeto, razón ni un constructo mental; la verdad es una persona y se llama Jesucristo; no se encuentra... El nos encuentra y nos ilumina como el sol de mediodía.

jueves, 10 de noviembre de 2011

SABIDURIA; Aminales

Un país, una civilización se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales. – Mahatma Gandhi

Todos los hombres son dioses para su perro. Por eso hay gente que ama más a sus perros que a los hombres. – Aldous Huxley

El gato no nos acaricia, se acaricia contra nosotros. – Conde de Rivarol

Dos perros pueden matar a un león. – Proverbio hebreo

No importa lo elocuente que ladre un perro; nunca podrá decirte que sus padres fueron pobres pero honestos. – Bertrand Russell

ALGUN DIA SE LO DIRE A MIS HIJOS

Cuando ellos te dicen ¡Tú no me quieres!

¿Cuántas veces nos habrán espetado este reproche nuestros hijos
?
¿Y cuántos como padres o madres, nos habremos aguantado las ganas de decirles lo mucho que los amamos??

Algún día, cuando estén en edad de comprender
los móviles de la conducta de un padre, les diré a mis hijos:

Te amaba lo suficiente
para fastidiarte preguntando, cada vez que salías, adónde ibas, quién te acompañaba y a qué hora volverías a casa
.

Te amaba lo suficiente
para callarme mi opinión y dejarte descubrir por ti mismo que aquel amigo que habías escogido tan cuidadosamente era un cualquiera.

Te amaba lo suficiente para estarme dos horas viendo cómo ponías en orden tu habitación, tarea que yo habría hecho en 15 minutos.

Te amaba lo suficiente para no buscar disculpas a tus impertinencias y a tus malos modales.

Te amaba lo suficiente para no tener en cuenta lo que otros padres decían o hacían.

Te amaba lo suficiente
para adivinar tus mentiras... y perdonártelas luego de confirmarlas.

Te amaba lo suficiente para dejarte tropezar, caer y fracasar para que aprendieras a valerte por ti mismo.

Te amaba lo suficiente para aceptarte tal como eres, sin pensar en lo que yo quería de ti.

Y sobre todo te amaba lo suficiente para negarte
algo, a sabiendas que me detestarías. ESO ERA LO MÁS DIFICIL DE TODO.

Algún día comprenderás hijito mío, que todo lo hice por amor y que hasta la última palabra de mi boca buscaba tu bienestar...
Romanos. 8,28
El que quiera entender que entienda.

PAPA OLVIDA


Escucha, hijo: voy a decirte esto mientras duermes, una manecita metida bajo la mejilla y los rubios rizos pegados a tu frente humedecida.
He entrado solo a tu cuarto. Hace unos minutos, mientras leía mi diario en la biblioteca, sentí una ola de remordimiento que me ahogaba. Culpable, vine junto a tu cama.
Esto es lo que pensaba, hijo: me enojé contigo.
Te regañé porque no te limpiaste los zapatos. Te grité porque dejaste caer algo al suelo.
Durante el desayuno te regañé también. Volcaste las cosas. Tragaste la comida sin cuidado.
Pusiste los codos sobre la mesa. Untaste demasiado el pan con la mantequilla. Y cuando te ibas a jugar y yo salía a tomar el tren, te volviste y me saludaste con la mano y dijiste: “¡Adiós, papito!” y yo fruncí el entrecejo y te respondí: “¡Ten erguidos los hombros!”
Al caer la tarde todo empezó de nuevo. Al acercarme a casa te vi, de rodillas, jugando en la calle. Tenías agujeros en las medias. Te humillé ante tus amiguitos al hacerte marchar a casa delante de mí.
Las medias son caras, y si tuvieras que comprarlas tú, serías más cuidadoso. Pensar, hijo, que un padre diga eso.
¿Recuerdas, más tarde, cuando yo leía en la biblioteca y entraste tímidamente, con una mirada de perseguido? Cuando levanté la vista del diario, impaciente por la interrupción, vacilaste en la puerta.
“¿Qué quieres ahora?”, te dije bruscamente.
Nada respondiste, pero te lanzaste en tempestuosa carrera y me echaste los brazos al cuello y me besaste, y tus bracitos me apretaron con un cariño que Dios había hecho florecer en tu corazón y que ni aun el descuido ajeno puede agostar.
Y luego te fuiste a dormir, con breves pasitos ruidosos por la escalera.
Bien, hijo: poco después fue cuando se me cayó el diario de las manos y entró en mí un terrible temor. ¿Qué estaba haciendo de mí la costumbre?
La costumbre de encontrar defectos, de reprender; ésta era mi recompensa a ti por ser un niño. No era que yo no te amara; era que esperaba demasiado de ti. Y medía según la vara de mis años maduros.
Y hay tanto de bueno y de bello y de recto en tu carácter. Ese corazoncito tuyo es grande como el sol que nace entre las colinas.
Así lo demostraste con tu espontáneo impulso de correr a besarme esta noche. Nada más que eso importa esta noche, hijo. He llegado hasta tu camita en la oscuridad, y me he arrodillado, lleno de vergüenza.
Es una pobre explicación; sé que no comprenderías estas cosas si te las dijera cuando estás despierto.
Pero mañana seré un verdadero papito. Seré tu compañero, y sufriré cuando sufras, y reiré cuando rías. Me morderé la lengua cuando esté por pronunciar palabras impacientes. No haré más que decirme, como si fuera un ritual: “No es más que un niño, un niño pequeñito”.
Temo haberte imaginado hombre.
Pero al verte ahora, hijo, acurrucado, fatigado en tu camita, veo que eres un bebé todavía. Ayer estabas en los brazos de tu madre, con la cabeza en su hombro.
He pedido demasiado, demasiado…

W. Livingston Larned

fuerte y profundo sentiemiento de amor por un hijo, nada en el mundo se le compara, si eres padre o madre no seas severo con tus hijos, exige pero también ama; corrige pero también comprende. No olvides que tú fuiste un niño y necesitaste de tu Papá! viviste desprecios o dureza... pero no por eso debe pagar tu hijo la culpa. 

miércoles, 9 de noviembre de 2011

EL GRILLETE DEL ELEFANTE

Cuando yo era chico me encantaban los circos, y lo que más me gustaba eran los animales. Me llamaba poderosamente la atención, el elefante. Después de su actuación, el elefante quedaba sujeto solamente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo. Sin embargo, la estaca era un minúsculo pedazo de madera, apenas enterrado unos centímetros en la tierra. Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, me parecía obvio que ese animal, capaz de arrancar un árbol de raíz con su propia fuerza, podría con facilidad arrancar la estaca y huir. ¿Qué lo mantiene? ¿Por qué no huye? Cuando era chico, pregunte a los grandes. Algunos de ellos me dijeron que el elefante no escapaba porque estaba amaestrado. Hice entonces, la pregunta obvia… - Si está amaestrado, ¿porqué lo encadenan? No recuerdo haber recibido ninguna respuesta coherente. Hace algunos años descubrí que alguien había sido lo suficientemente sabio como para encontrar la respuesta.
El elefante del circo no escapa porque ha estado atado a una estaca parecida desde que era muy, muy pequeño. En aquel momento, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse.
Y a pesar de todo su esfuerzo, no pudo.
La estaca, era ciertamente, muy fuerte para él. Juraría que se durmió agotado, y que al día siguiente volvió a intentar, y también el otro, y el que seguía...  
hasta que un día, un terrible día para su historia, el animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Este elefante enorme y poderoso que vemos en el circo no escapa porque CREE QUE NO PUEDE. El tiene registro y recuerdo de su impotencia, de aquella impotencia que sintió poco después de nacer. Y lo peor, es que jamás se ha vuelto a cuestionar seriamente si podía. Jamás.... jamás intentó poner a prueba su fuerza otra vez.   
Y tu, tienes algo de elefante? Cada uno de nosotros somos un poco como ese elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad. Vivimos creyendo que un montón de cosas "no podemos" simplemente porque alguna vez probamos y no pudimos. Grabamos en nuestro recuerdo: No puedo... No puedo y nunca podré. Muchos de nosotros crecimos portando ese mensaje que nos impusimos a nosotros mismos y nunca más lo volvimos a intentar. La única manera de saber, es intentar de nuevo poniendo en el intento TODO TU CORAZÓN
  
Autor Anónimo...

mil bendiciones de Dios para tí, ánimo que no somos elefantes a merceded de nuestros propios prejuicios y limitaciones, somos hijos de Dios y si tu tienes límites, confía en el que no tiene límites: Jesús de Nazaret!!

EL BURRO Y EL POZO


Un día, el burro de un campesino se cayó en un pozo. El animal lloró fuertemente por horas, mientras el campesino trataba de buscar algo que hacer.

Finalmente, el campesino decidió que el burro ya estaba viejo y el pozo ya estaba seco y necesitaba ser tapado de todas formas; que realmente no valía la pena sacar al burro del pozo.

Invitó a todos sus vecinos para que vinieran a ayudarle. Cada uno agarró una pala y empezaron a tirarle tierra al pozo.

El burro se dio cuenta de lo que estaba pasando y lloró horriblemente. Luego, para sorpresa de todos, se aquietó después de unas cuantas paladas de tierra.

El campesino finalmente miró al fondo del pozo y se sorprendió de lo que vio... con cada palada de tierra, el burro estaba haciendo algo increíble: Se sacudía la tierra y daba un paso encima de la tierra.

Muy pronto todo el mundo vio sorprendido cómo el burro llegó hasta la boca del pozo, pasó por encima del borde y salió trotando...

La vida va a tirarte tierra, todo tipo de tierra... el truco para salir del pozo es sacudírsela y usarla para dar un paso hacia arriba. Cada uno de nuestros problemas es un escalón hacia arriba. Podemos salir de los más profundos huecos si no nos damos por vencidos...

¡¡¡Usa la tierra que te echan para salir adelante!!!

Con la vida viene lo bello de vivir, pero también lo dificil de convivir con otros; la sabiduría enseña a luchar por vivir y vivir bien; mi sonrisa no significa ausencia de problemas o dolor.... puede que solo signifique que vivo a pesar de ellos!!
 

viernes, 7 de octubre de 2011

LA EUCARISTIA Y EL AMOR DE DIOS A LOS HOMBRES.


Para tener mayor claridad de lo que la iglesia de Cristo llama santísimo sacramento, y de su legitimidad y veracidad, en base a la voluntad expresa de Jesucristo; retomamos esta reflexión para dar mejor explicación de dicho sacramento como la prueba del sublime amor de Dios a los hombres.
Rev. Miguel Angel Vega León



OBJECION PROTESTANTE: Jesús dice “Yo soy la puerta”, “yo soy la luz”, “yo soy la vid”, etc., pero nadie piensa que físicamente Jesús sea eso: una puerta o una vid; porque El está hablando en sentido simbólico o figurado. Del mismo modo, cuando dijo “Yo soy el pan vivo” que se da como alimento, debe entenderse simbólicamente.

RESPUESTA: Es cierto que Jesús dijo que El era la vid, la puerta o la luz, pero nunca dijo agarrando una vid o una puerta…«Yo soy esta puerta», o «yo soy esta vid». Mientras que en la Ultima Cena, “Jesús tomó un pan y dijo ESTO es mi cuerpo”(Mc 14, 22). Por lo tanto la comparación aludida por los hermanos, no aplica.

Si las palabras de Jesús, hubieran tenido sentido simbólico, el lo habría explicado. Decimos esto, porque cuando sus oyentes se equivocaban tomando sus palabras en sentido literal, su práctica constante era rectificar inmediatamente el error. Por ejemplo, cuando Cristo habló de “nacer de nuevo”, Nicodemo creyó que debía nacer de nuevo de su madre… Jesús le aclara que le está entendiendo mal, que se trata de «nacer del agua y del Espíritu» (Jn 3,3ss). O en aquel otro momento cuando les dice a los Apóstoles «cuídense de la levadura de los fariseos» … ellos, como oyen levadura, piensan que les está hablando de panes, Jesús les aclara que les está hablando de la doctrina de los fariseos (Mt 16,6ss).


Mas cuando sus palabras eran entendidas en su sentido literal, pero daban lugar a murmuraciones y objeciones, era costumbre de Jesucristo repetir su afirmación. Así, cuando Jesús dijo al paralítico tus pecados te son perdonados, inmediatamente algunos empezaron a decir que estaba blasfemando; entonces hizo caminar al paralítico, diciendo «para que sepan que el Hijo del hombre tiene poder para perdonar los pecados…» (Mt 9,1ss). Otro ejemplo: Cuando Jesús dijo: Abraham se regocijó pensando ver mi día, lo vio y se alegró; los judíos entendieron que afirmaba haber vivido en tiempo de Abraham, lo cual ellos no creían: ¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham? Pero Jesús reitera lo dicho haciendo una triple ratificación: «En verdad, en verdad os digo, antes de que Abraham existiera, Yo Soy». Primero, repite su afirmación diciendo que existía en tiempo de Abraham y, aún antes; segundo, intensifica lo que dice haciendo algo semejante a un juramento: “en verdad, en verdad os digo”, y, tercero, profundiza su afirmación cambiando las palabras, pues en lugar de decir “yo existía”, dice “Yo soy”, que es nada menos que el nombre de Dios (Jn 8,55ss / Ex 3,14). Esto mismo pasó en el capítulo 6 de san Juan… la gente empezó a discutir ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Entonces Jesús repite, intensifica, y profundiza: «En verdad, en verdad os digo: si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros; el que muerde mi carne… y sigue diciendo TROGO (morder) en los versículos siguientes (56,57 y 58). Sepamos que para “comer” se usan en griego las palabras FAGO y TROGO; «fago» es una palabra para la acción de tomar alimentos, pero también puede usarse en sentido simbólico, como en “sarcófago” (=que come carne), por eso Jesús para eliminar toda ambigüedad, y dejar muy claro el sentido que le está dando a «fago», después de que la gente murmura, cambia esa palabra por «trogo» que es una palabra para indicar la acción misma de comer, es decir, significa: masticar, morder, roer. Jesús entonces está diciendo: ¡el que no me muerda, el que no me mastica!… ¿Qué más literal lo queremos? Por eso, la gente dijo: es duro este lenguaje, ¿Quién puede escucharlo? …Y se fueron. Lo abandonaron, y Cristo en lugar de decir: ¡Hey!, ¡paren, paren!, me están entendiendo mal… El no les dijo nada… Dejó que se fueran… pagó un alto precio por mantenerse en lo dicho.


OBJECION PROTESTANTE: El v. 63 dice que lo dicho por Jesús debe entenderse en sentido figurado: El espíritu es el que vivifica, la carne para nada aprovecha; las palabras que les he dicho, son espíritu y vida. 

RESPUESTA: Si con esa frase, Jesús estuviera aclarando que lo dicho por El antes de este versículo debía entenderse en sentido figurado, entonces ¿por qué se fueron sus oyentes?... Lo abandonaron porque tomando sus palabras en sentido obvio y natural, imaginaron que Jesús quería darles a comer su cuerpo por pedazos después de su muerte. Y del contexto se desprende, que con dicha frase, Jesús trata de desvanecer su error diciéndoles: mis palabras se refieren a algo espiritual y viviente; no quiero darles a comer una carne muerta, sino mi carne viva, animada por el espíritu y la vida divina. Por eso también, nosotros ahora, no somos caníbales, ya que comemos a Jesús Resucitado, no una mera carne humana que para nada aprovecharía.
San Pablo también lo entendió en sentido literal: Cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa indignamente será culpable del cuerpo y de la sangre del Señor (I Cor 11,27). Si se tratara sólo de pan y vino ¿podría alguien ser culpado de pecado tan enorme? Luego, en el v. 29 dice: el que come y bebe sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come… Fijémonos en la palabra dis-cernir… Cuando decimos, por ejemplo, que hay que cernir la arena, lo hacemos para separar los granos de las piedritas, y entonces se distinguen una y otra cosa… También, en algunos lugares pobres es común cernir la harina para quitarle algunos animalitos que escondidos en ella no se miran. Cuando se trata de algo físico hablamos de «cernir», pero cuando se trata de algo intelectual hablamos de «discernir». Para «discernir», Pablo usa aquí la palabra griega DIAKRINON que significa precisamente separar, distinguir… ¿pero qué es lo que está junto y hay que separar, o qué es lo que puede ser confuso y es necesario distinguir? Respuesta: el cuerpo del Señor que, se esconde en eso que a simple vista es pan. Por la fe, es posible dis-cernir, esto es que, aparte de ver “pan”, ver también a Cristo presente ahí. Finalmente, el v. 30 ratifica lo mismo, porque si los corintios hubieran abusado solamente de un poco de pan y vino, ¿por qué se habla de haber sido castigados con enfermedad y muerte? Es claro que se trataba de algo muy serio… ¡del cuerpo y la sangre del Señor!


Así lo entendió la Iglesia primitiva:

El obispo San Ignacio de Antioquía, quien murió el año 110, escribió en su «Carta a la Iglesia de Esmirna»: Apártanse de la Eucaristía y de la oración, porque no confiesan que la Eucaristía es la carne de nuestro Salvador Jesucristo, la misma que padeció por nuestros pecados, la misma que, por su bondad, resucitóla el Padre. Así, pues, los que contradicen al don de Dios, mueren y perecen entre sus disquisiciones. ¡Cuánto mejor les fuera celebrar la Eucaristía, a fin de que resucitaran!


San Justino mártir, quien murió el año 151, en su «Primera Apología» describe la Misa Católica que celebraban en aquel tiempo, que básicamente tenía el mismo esquema de la Misa actual. Y en el número 66 dice: No tomamos estas cosas como pan común ni como vino común, sino que así como Jesucristo nuestro salvador…tuvo carne y sangre para salvarnos, así también hemos recibido por tradición que aquel alimento sobre el cual se ha hecho la acción de gracias…es la carne y la sangre de aquel Jesús encarnado.


San Irineo, por el año 189 escribió en su libro «Contra las Herejías»: Cuando el cáliz mezclado y el pan hecho dan cabida al Verbo de Dios y se tornan Eucaristía, sangre y cuerpo de Cristo…

Y un largo etcétera. Ya que desde un principio y a lo largo de todos los siglos siempre se ha testimoniado esa misma fe.

 

Si no fuera así, Cristo no sería Dios, ni siquiera un hombre bueno:


En efecto, si el protestantismo tuviera razón, entonces la inmensa mayoría del pueblo cristiano: los Apóstoles, los más ilustres doctores, los más grandes santos, las almas más puras… han caído en la idolatría, tributando honores divinos a un trozo de pan. Y en este caso, Cristo no sería Dios… porque: o previó que un gran sector de la humanidad, tomando literalmente sus palabras, caería en la idolatría, o no lo previó; si no lo previó, no era Dios; y si lo previó ¿cómo pudo consentir que innumerables almas se engañaran lastimosamente y cayeran en la idolatría, cuando le era tan fácil evitarlo, aclarando que se trataba de algo simbólico? En este supuesto, Jesús no solamente no sería Dios, ni siquiera un hombre bueno: sería un impío, un impostor. He aquí el abismo a que conduce la interpretación protestante.
CONCLUSION: Ni la Biblia ni la historia favorecen a la doctrina protestante, entonces ¿por qué piensan así? ¿No será que en el fondo, les parece demasiado bello para que sea verdad?

 

¿Qué es la Eucaristía para el católico?


Es la expresión sublime del amor divino, porque en ella vemos superado cualquier gesto amoroso que pueda hacer el hombre. Veamos:
• Un buen pastor puede llegar a dar la vida por sus ovejas , pero Jesús es el Buen Pastor (con mayúsculas) porque además de dar la vida por sus ovejas, decidió darse todo a ellas: muere y se convierte en su alimento vivificante (Jn 6,48-51).

 

• La explicación psicológica del beso es que se trata de una expresión para decir que te quiero tanto que quisiera comerte para que vivas en mí… eso siempre queda en intención nada más, pero Jesús lo lleva a la realidad, porque El nos come y nosotros a El: el que me come… permanece en mi y yo en El (Jn 6,56).

 

• El amor de los padres es muy grande… si su hijo les pide pan no le dan una piedra, o un pan artificial… Si eso hacen ustedes que son malos, con cuanta mayor razón el Padre del cielo (Mt 7,9ss); sabemos que somos hijos del Padre Dios y que tenemos “hambre”… y el Padre Bueno no nos va a dar un pan artificial o simbólico… al contrario: nos da ¡el mejor Pan!

 

• Por amor el hombre puede hacer cosas increíbles, y hasta hacerse esclavo o un loco, pero quien llega a tales extremos sigue permaneciendo en su dignidad humana, sin embargo, Cristo rebasó eso porque en la Eucaristía se hizo cosa, casi nada

¿Qué es la Eucaristía —me preguntas—? Te contesto y lo susurro en mi oído: ¡es la sublime expresión del amor divino!

Dios siempre bendice nuestras vidas y su anhelo es llevarnos a su presencia, pasa un día feliz, ya no llores más mi hermano... Shalom!!

martes, 30 de agosto de 2011

LA INTERCESIÓN Y LA MEDIACIÓN


Son muchas las confusiones que a raiz de estos dos conceptos se vierten de manera cotidiana, en muchas ocasiones por personas que con intéres de atacar a la Iglesia toman ciertos versículos de la biblia fuera de contexto y señalan como erroneas las devociones, tradiciones o dogmas propios de la fe. Por esto dejo este pequeño artículo para comprender mejor los témrinos, conceptos, sus alcances y aplicaciones.

El  primer significado de 'Mediador', tal y como lo define el diccionario, es: 'Uno que se ocupa en resolver o  reconciliar las diferencias, al trabajar con todas las partes en  conflicto'.
Las 'partes en conflicto' en este caso, son por supuesto, DIOS y la humanidad. Jesucristo de hecho actuó como mediador  al sufrir y morir  por nosotros. Para entender sin manipulaciones esta función del Señor Jesús tenemos que leer el Capitulo 9 de Hebreos donde nos dice que Jesús es nuestro Sumo Sacerdote en la Nueva Alianza, la función del Sumo Sacerdote en Israel era MEDIAR por el pecado de los Israelitas ante Dios, Jesús  esta ahora MEDIANDO entre los pecados nuestros y el Padre, es por eso que El es el ÚNICO MEDIADOR ya que es el único que puede entrar a la presencia del Padre con la Sangre de Su Sacrificio Expiatorio

El primer significado de ‘Intercesor', tal y como lo define el  diccionario, es: 'Uno que  intercede en  favor de otro, especialmente uno que ora o pide a DIOS por otro'. Esto lo somos todos los que oramos por las necesidades de los demás. TODOS podemos y debemos ser intercesores

Como puedes ver, un 'Mediador' es el sujeto de la acción, mientras que un  'Intercesor' es uno que pide por una acción. Estos términos  tienen en verdad un significado  muy diferente.

Toda esta confusión viene de los Protestantes que  dicen que el ÚNICO intercesor  es Jesús y lo hacen solo para denostar a los Católicos, hay una organización PROTESTANTE en Puerto Rico llamada "4000 intercesores para Puerto Rico" en qué quedamos, así que solo hay uno y ahora se aparecen con 4000!!! y si vas sus páginas lo verá llenos de grupos, de técnicas y de seminarios de intercesión. En qué quedamos? Por lo menos se debe ser consecuente con lo que se dice

El Nuevo Testamento se escribió en griego. Hablemos de la palabra griega que se traduce como "UN" en I Tim 2,5 el original griego es "HEIS" que significa "uno" pero en sentido no excluyente. San Pablo pudiese haber escogido una palabra Griega que es definitiva, esta palabra es "MONOS" que si es excluyente. De manera que el texto citado por los Protestantes como excluyente de toda otra intercesión por sí solo no niega ni afirma la posibilidad de que otros cooperen con Cristo en Su mediación. Debemos entonces recurrir al resto de la Biblia para estar seguros de la doctrina. Comencemos con los cuatro versículos que le preceden: (1Tim 2, 1-4):

" 1 Ante todo RECOMIENDO QUE SE HAGAN PLEGARIAS, ORACIONES, SUPLICAS Y ACCIONES DE GRACIAS POR TODOS LOS HOMBRES;
2 por los reyes y por todos los constituidos en autoridad, para que podamos vivir una vida tranquila y apacible con toda piedad y dignidad.
3 ESTO ES BUENO Y AGRADABLE A DIOS, nuestro Salvador,
4 que quiere que todos los hombres se salven y lleguen al conocimiento pleno de la verdad.
5 Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también,
6 que se entregó a sí mismo como rescate por todos. Este es el testimonio dado en el tiempo oportuno,
7 y de este testimonio - digo la verdad, no miento - yo he sido constituido heraldo y apóstol, maestro de los gentiles en la fe y en la verdad.
8 Quiero, pues, QUE LOS HOMBRES en todo lugar elevando hacia el cielo unas manos piadosas, sin ira ni discusiones."

Así Pues San Pablo pide que: TODOS OREMOS UNOS POR OTROS Y ESO ES INTERCESIÓN, porque hay un SOLO MEDIADOR QUE SE ENTREGO A SI MISMO POR RESCATE DE  MUCHOS"

Tenemos entonces lo siguiente:

1) TODOS TENEMOS QUE SER INTERCESORES
2) JESUS CRISTO ES EL ÚNICO MEDIADOR

Ejemplos de Intercesiones en la Biblia:

- Gen 18,23-33, Abraham pide a DIOS por la vida de la gente de Sodoma.

- Ex 32,11 y Sal 106,3, Moisés pide a DIOS por motivo del becerro de oro.

- Rom 15,30, San Pablo pide que oren por él.

- Col 1,9, San Pablo dice, 'tampoco nosotros hemos cesado de rezar por ustedes   desde el día en que recibimos esas noticias, y pedimos a DIOS  que alcancen el pleno conocimiento de Su voluntad  mediante dones de sabiduría y entendimiento espiritual.
- 2Tes 1,11, San Pablo reiteraba 'nosotros rezamos siempre por ustedes’.
- Santiago 5,16, San Santiago pide, 'oren los unos por los otros'.

El que la palabra “medicación” se use en relación a Cristo no  excluye que se aplique a los bautizados en el, ejemplos:

Jesucristo es el único juez supremo,
pero los cristianos serán jueces en el cielo. (Mat. 19,28; Lucas 22,30; 1 Cor. 6,2-3

 
Jesús es el único Pastor (Juan 10,16),
pero El establece pastores (Juan 21,15-17; Ef. 4,11)

 
Jesús es el único Rey,
pero nosotros Reinaremos con EL: (Apocalipsis 4,4, 10)

 
Jesús es el único Mediador,
pero en El los santos son mediadores (Cf. St 5, 16; Ap. 5,8; 6,9; 8,3-4; 18,18-20)


Cristo jamás dijo que le pidiéramos a el las cosas para el ir al Padre, eso haría de Jesús Resucitado el "muchacho mensajero", Jesús por el contrario dijo 'TODO LO QUE PIDAN AL PADRE EN MI NOMBRE SE LES CONCEDERÁ (Juan 16:23) así que los Santos y la Virgen VAN EN EL NOMBRE DE JESÚS AL PADRE Y UNEN SUS ORACIONES A  LAS NUESTRAS, tal como tú y yo hacemos..Porque tú y yo sí podemos interceder, y los Santos no??? y no me vengas con "respuesta congelada" de que están muertos…
pues Jesús es muy claro en  San Lucas 20,38
"Dios NO es Dios de muertos pues para EL TODOS viven"


La Mediación de Jesús es SACERDOTAL, TAL COMO LA DICE SAN PABLO EN HEBREOS 9 por eso El es el único, pues es Sacerdote, victima y altar de una Nueva Alianza pero la Intercesión es de todos los bautizados.
Querido hermano aprende el Evangelio completo para que seas un hombre espiritual y puedas dar testimonio de tu fe.

Agradece siempre a Dios por su amor y misericordia, a nuestra madre Santa María, a los Ángeles y los Santos por su intercesión y a Jesús por su mediación.
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¡¡Shalom!!

SAN AGUSTÍN DE HIPONA


Hablaremos hoy del padre más grande de la Iglesia latina, san Agustín: hombre de pasión y de fe, de elevadísima inteligencia y de incansable entrega pastoral. Este gran santo y doctor de la Iglesia es conocido, al menos de nombre, incluso por quien ignora el cristianismo o no tiene familiaridad con él, por haber dejado una huella profundísima en la vida cultural de Occidente y de todo el mundo.

Por su singular relevancia, san Agustín tuvo una influencia enorme y podría afirmarse, por una parte, que todos los caminos de la literatura cristiana latina llevan a Hipona (hoy Anaba, en la costa de Argelia), localidad en la que era obispo y, por otra, que de esta ciudad del África romana, en la que Agustín fue obispo desde el año 395 hasta 430, parten muchas otras sendas del cristianismo sucesivo y de la misma cultura occidental.

Pocas veces una civilización ha encontrado un espíritu tan grande, capaz de acoger los valores y de exaltar su intrínseca riqueza, inventando ideas y formas de las que se alimentarían las generaciones posteriores, tal y como subrayó también Pablo VI: «Se puede decir que todo el pensamiento de la antigüedad confluye en su obra y de esa se derivan corrientes de pensamiento que penetran toda la tradición doctrinal de los siglos sucesivos» (AAS, 62, 1970, p. 426).
Agustín es, además, el padre de la Iglesia que ha dejado el mayor número de obras. Su biógrafo, Posidio, dice: parecía imposible que un hombre pudiera escribir tanto en vida. En un próximo encuentro hablaremos de estas obras. Hoy nuestra atención se concentrará en su vida, que puede reconstruirse con sus escritos, y en particular con las «Confesiones», su extraordinaria biografía espiritual escrita para alabanza de Dios, su obra más famosa.
Las «Confesiones» constituyen precisamente por su atención a la interioridad y a la psicología un modelo único en la literatura occidental, y no sólo occidental, incluida la no religiosa, hasta la modernidad.

Esta atención por la vida espiritual, por el misterio del yo, por el misterio de Dios que se esconde en el yo, es algo extraordinario, sin precedentes, y permanece para siempre como una «cumbre» espiritual.
Pero, volvamos a su vida. Agustín nació en Tagaste, en la provincia de Numidia, en el África romana, el 13 de noviembre de 354, hijo de Patricio, un pagano que después llegó a ser catecúmeno, y de Mónica, fervorosa cristiana.
Esta mujer apasionada, venerada como santa, ejerció en su hijo una enorme influencia y le educó en la fe cristiana. Agustín había recibido también la sal, como signo de la acogida en el catecumenado. Y siempre quedó fascinado por la figura de Jesucristo; es más, dice que siempre amó a Jesús, pero que se alejó cada vez más de la fe eclesial, de la práctica eclesial, como les sucede también hoy a muchos jóvenes.

Agustín tenía también un hermano, Navigio, y una hermana, de la que desconocemos el nombre y que, tras quedar viuda, se convirtió en superiora de un monasterio femenino.
El muchacho, de agudísima inteligencia, recibió una buena educación, aunque no siempre fue estudiante ejemplar. De todos modos, aprendió bien la gramática, primero en su ciudad natal, y después en Madaura y, a partir del año 370, retórica, en Cartago, capital del África romana: llegó a dominar perfectamente el latín, pero no alcanzó el mismo nivel en griego, ni aprendió el púnico, lengua que hablaban sus paisanos.

En Cartago, Agustín leyó por primera vez el «Hortensius», obra de Cicerón que después se perdería y que se enmarca en el inicio de su camino hacia la conversión. El texto ciceroniano despertó en él el amor por la sabiduría, como escribirá siendo ya obispo en las «Confesiones»: «Aquel libro cambió mis sentimientos» hasta el punto de que «de repente todas mis vanas esperanzas se envilecieron ante mis ojos y empecé a encenderme en un increíble ardor del corazón por una sabiduría inmortal» (III, 4, 7).

Pero, dado que estaba convencido de que sin Jesús no puede decirse que se ha encontrado efectivamente la verdad, y dado que en ese libro apasionante faltaba ese nombre, nada más leerlo comenzó a leer la Escritura, la Biblia. Quedó decepcionado. No sólo porque el estilo de la traducción al latín de la Sagrada Escritura era deficiente, sino también porque el mismo contenido no le pareció satisfactorio.
En las narraciones de la Escritura sobe guerras y otras vicisitudes humanas no encontraba la altura de la filosofía, el esplendor de la búsqueda de la verdad que le es propio. Sin embargo, no quería vivir sin Dios y buscaba una religión que respondiera a su deseo de verdad y también a su deseo de acercarse a Jesús.
De esta manera, cayó en la red de los maniqueos, que se presentaban como cristianos y prometían una religión totalmente racional. Afirmaban que el mundo está dividido en dos principios: el bien y el mal. Y así se explicaría toda la complejidad de la historia humana. La moral dualista también le atraía a san Agustín, pues comportaba una moral muy elevada para los elegidos: y para quien, como él, adhería a la misma era posible una vida mucho más adecuada a la situación de la época, especialmente si era joven.
Se hizo, por tanto, maniqueo, convencido en ese momento de que había encontrado la síntesis entre racionalidad, búsqueda de la verdad y amor a Jesucristo. Y sacó una ventaja concreta para su vida: la adhesión a los maniqueos abría fáciles perspectivas de carrera. Adherir a esa religión, que contaba con muchas personalidades influyentes, le permitía seguir su relación con una mujer y continuar con su carrera.

De esta mujer tuvo un hijo, Adeodato, al que quería mucho, sumamente inteligente, que después estaría presente en su preparación al bautismo en el lago de Como, participando en esos «Diálogos» que san Agustín nos ha dejado. Por desgracia, el muchacho falleció prematuramente.
Siendo profesor de gramática en torno a los veinte años, en su ciudad natal, pronto regresó a Cartago, donde se convirtió en un brillante y famoso maestro de retórica. Con el pasar del tiempo, sin embargo, Agustín comenzó a alejarse de la fe de los maniqueos, que le decepcionaron precisamente desde el punto de vista intelectual, pues eran incapaces de resolver sus dudas, y se transfirió a Roma, y después a Milán, donde residía en la corte imperial y donde había obtenido un puesto de prestigio, por recomendación del prefecto de Roma, el pagano Simaco, que era hostil al obispo de Milán, san Ambrosio.
En Milán, Agustín se acostumbró a escuchar, en un primer momento con el objetivo de enriquecer su bagaje retórico, las bellísimas predicaciones del obispo Ambrosio, que había sido representante del emperador para Italia del norte. El retórico africano quedó fascinado por la palabra del gran prelado milanés; no sólo por su retórica. El contenido fue tocando cada vez más su corazón.

El gran problema del Antiguo Testamento, la falta de belleza retórica, de nivel filosófico, se resolvió con las predicaciones de san Ambrosio, gracias a la interpretación tipológica del Antiguo Testamento: Agustín comprendió que todo el Antiguo Testamento es un camino hacia Jesucristo. De este modo, encontró la clave para comprender la belleza, la profundidad incluso filosófica del Antiguo Testamento y comprendió toda la unidad del misterio de Cristo en la historia, así como la síntesis entre filosofía, racionalidad y fe en el Logos, en Cristo, Verbo eterno, que se hizo carne.
Pronto, Agustín se dio cuenta de que la literatura alegórica de la Escritura y la filosofía neoplatónica del obispo de Milán le permitían resolver las dificultades intelectuales que, cuando era más joven, en su primer contacto con los textos bíblicos, le habían parecido insuperables.

Agustín continuó la lectura de los escritos de los filósofos con la de la Escritura, y sobre todo de las cartas de san Pablo. La conversión al cristianismo, el 15 de agosto de 386, se enmarcó por tanto al final de un largo y agitado camino interior, del que seguiremos hablando en otra catequesis. El africano se mudó al campo, al norte de Milán, al lago de Como, con su madre, Mónica, el hijo Adeodato, y un pequeño grupo de amigos, para prepararse al bautismo. De este modo, a los 32 años, Agustín fue bautizado por Ambrosio el 24 de abril de 387, durante la vigilia pascual en la catedral de Milán.


Tras el bautismo, Agustín decidió regresar a África con sus amigos, con la idea de llevar vida en común, de carácter monástico, al servicio de Dios. Pero en Ostia, mientras esperaba para embarcarse, su madre se enfermó improvisamente y poco después murió, destrozando el corazón del hijo.

Tras regresar finalmente a su patria, el convertido se estableció en Hipona para fundar un monasterio. En esa ciudad de la costa africana, a pesar de resistirse a la idea, fue ordenado presbítero en el año 391 y comenzó con algunos compañeros la vida monástica en la que estaba pensado desde hace algún tiempo, repartiendo su tiempo entre la oración, el estudio y la predicación.
Quería estar sólo al servicio de la verdad, no se sentía llamado a la vida pastoral, pero después comprendió que la llamada de Dios significaba ser pastor entre los demás y así ofrecer el don de la verdad a los demás. En Hipona, cuatro años después, en el año 395, fue consagrado obispo.
Continuando con la profundización en el estudio de las Escrituras y de los textos de la tradición cristiana, Agustín se convirtió en un obispo ejemplar con un incansable compromiso pastoral: predicaba varias veces a la semana a sus fieles, ayudaba a los pobres y a los huérfanos, atendía a la formación del clero y a la organización de los monasterios femeninos y masculinos.
En poco tiempo, el antiguo profesor de retórica se convirtió en uno de los exponentes más importantes del cristianismo de esa época: sumamente activo en el gobierno de su diócesis, con notables implicaciones también civiles, en sus más de 35 años de episcopado, el obispo de Hipona ejerció una amplia influencia en la guía de la Iglesia católica del África romana y más en general en el cristianismo de su época, afrontando tendencias religiosas y herejías tenaces y disgregadoras, como el maniqueísmo, el donatismo, y el pelagianismo, que ponían en peligro la fe cristiana en el único Dios y rico en misericordia.
Y Agustín se encomendó a Dios cada día, hasta el final de su vida: contrajo la fiebre, mientras la ciudad de Hipona se encontraba asediada desde hacía casi tres meses por vándalos invasores. El obispo, cuenta su amigo Posidio en la «Vita Augustini» pidió que le transcribieran con letra grande los salmos penitenciales «y pidió que colgaran las hojas contra la pared, de manera que desde la cama en su enfermedad los podía ver y leer, y lloraba sin interrupción lágrimas calientes» (31, 2). Así pasaron los últimos días de la vida de Agustín, quien falleció el 28 de agosto del año 430, sin haber cumplido los 76 años. Dedicaremos los próximos encuentros a sus obras, a su mensaje y a su experiencia interior.
Dios siempre nos bendice y nos da testimonio de su amor con ejemplos como el de San Agustín, independientemente de nuestro credo o diferencias de pensamiento la vida y muerte
de San Agustín es un modelo de busqueda y encuentro con Dios.
catholic.net

sábado, 27 de agosto de 2011

Reflexion; SAN AGUSTÍN

Eso fue la ciudad de Hipona en el norte de África, mientras S. Agustín fue su obispo. Allí escribió cartas, sermones, comentarios de la Escritura, tratados filosófico-teológicos. Uno de los párrafos más célebres y difundidos de su obra es este:

Nos hiciste, Señor, para Ti, y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en Ti. No lo digo dudando, sino con toda seguridad: yo amo al Señor. Hirió mi corazón con su palabra y le amé. También el cielo y la tierra y todo lo que en ellos hay me dicen que le ame, y continuamente lo repiten a todos, para que nadie pueda excusarse. ¡Tarde te amé, Belleza, tan antigua y tan nueva, tarde te amé! Tú estabas dentro de mí. y yo había salido fuera de mí, y te buscaba por fuera. Como una bestia me lanzaba sobre las cosas bellas que Tú creaste. Estabas conmigo, pero yo no estaba Contigo. Me tenían atados, lejos de Ti, esas cosas que, si no estuviesen sostenidas por Ti, dejarían de existir. Y entonces me llamaste, me gritaste y rompiste mi sordera. Brillaste y resplandeciste ante mí, y echaste de mis ojos la ceguera. Exhalaste tu Espíritu, aspiré su perfume y te deseé. Te gusté. te comí y te bebí. Me tocaste y me abrasé en tu paz.
En nuestra modernidad, casi todos los que han razonado su ateísmo han visto la fe como una ilusión, un sueño nacido de la negativa a mirar cara a cara la soledad del hombre en un mundo sin sentido. Si se admite esa hipótesis, los creyentes son cobardes y farsantes como niños que necesitan la protección del regazo materno, o como el anciano que teme la muerte y suelta las riendas de la razón para acurrucarse en el sentimentalismo. Sin embargo, los grandes conversos que han dado el salto del ateísmo a la fe -y el primero de ellos san Agustín- estiman que la fe es razonable. Muy razonable. En lugar de ser una abdicación de la razón. su fe es fidelidad a la luz entrevista por la inteligencia. En otras palabras, si la razón rehusase la guía de Dios sería infiel a sí misma. La fe de los conversos es, por tanto, un acto explícito de la inteligencia. San Agustín formula esta idea de forma insuperable:
El mismo acto de fe no es otra cosa que el pensar con el asentimiento de la voluntad. Todo el que cree piensa: piensa creyendo y cree pensando. Porque la fe, si lo que se cree no se piensa es nula.

Dios bendice nuestros pasos y nuestras familias, que sea bendito siempre su nombre, que tengas un día especial.